viernes, 14 de noviembre de 2014

Sin palabras

Muchas veces nos encontramos sin palabras ante hechos tan duros, que nos es imposible explicar nuestro punto de vista, mientras vemos que otras personas lo niegan llegando a no creérselos.

Pero hoy, en el post de Griselda, he visto como sus palabras me hacían retorcerme por dentro, porque son ciertas y porque he entendido por completo su reacción y forma de actuar, como la de tantas personas que llegan a encontrarse en la misma situación. No cambiaría ni una coma, os lo copio por completo (con su permiso).


Me he estado pensando mucho en publicar esta entrada, pero creo que puede ser útil a mucha gente para entender lo que pasa por la cabeza de una mujer que está sufriendo maltrato. No pretendo hablar en nombre de nadie, más que por mí misma, aunque es cierto que la terapia me está ayudando a comprender muchas cosas que antes ni yo misma entendía.
Quienes no están familiarizados con la dinámica del maltrato suelen tener unas dudas recurrentes, siempre me hacen las mismas preguntas, y no entienden cómo alguien puede aguantar años de humillaciones, dolor y abusos, y no separarse de quien quien te agrede. No es fácil de entender y es una reacción sana: si alguien te ponen la mano encima, la primera reacción es salir corriendo. Perdonar y seguir conviviendo con quien te ha dado una paliza no es lógico, va contra cualquier instinto de supervivencia, no tiene sentido, y tal vez por eso a quien no lo ha vivido le resulta tan difícil de entender. Y a mí tan difícil de explicar.
Bueno, para empezar, cuando pensamos en maltrato pensamos en palizas. Pero Las palizas son la punta del iceberg de un proceso que ha durado años antes de llegar a eso. La primera hostia es la culminación de años de maltrato previo.
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Quienes entienden de esto siempre mencionan el ejemplo de la rana hervida: si metes a una rana en una olla con agua hirviendo, la rana pega un brinco, se escapa y se salva. Si le pegas una hostia a una mujer sin venir a cuento, o te la devuelve o hace las maletas, se larga y se salva. Pero si metes a una rana en una olla con agua fría y vas subiendo poco a poco la temperatura, la rana chapotea en el agua sin tener ni la más remota idea de lo que se le viene encima. Cuando el agua empieza a estar caliente, la rana está confusa y no sabe qué ocurre. Y para cuando el agua empieza a hervir, la rana está tan aturdida que ya es demasiado tarde para escapar y muere hervida. Algo parecido es lo que ocurre con las mujeres maltratadas: años de humillaciones primero sutiles y después cada vez más descaradas, años de destruir tu autoestima y de hacerte sentir inútil, fea, gorda, imposible que nadie te quiera, aún tienes que darle las gracias a él por aguantarte, si le dejas te vas a quedar sola para el resto de tu vida porque, ¿quien te va a querer a ti? Y así entras en una espiral de baja autoestima, depresión, defensas anuladas y tolerancia hacia todo lo que venga porque la alternativa (la soledad permanente) te parece mucho más aterradora, a fin de cuentas todas las parejas tienen sus discusiones, ¿no? LO NORMAL. Y la convivencia se va haciendo cada vez más difícil, la presión aumenta, las humillaciones son cada vez más frecuentes, él deja atrás toda la sutileza y te trata como si fueses un deshecho inmundo y tu mera existencia le repugnase, y tú te ves suplicando por unas migajas de su atención. Atención que él te niega cada vez que le da la gana para que no te acostumbres.
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Cuando explico mi situación a alguien que no conoce cómo opera la dinámica del maltrato, me pregunta con frecuencia que por qué aguanté tanto tiempo, que por qué no le dejé a la primera. La pregunta es: ¿a la primera QUÉ?
La primera vez que se puso celoso, no me pareció tan grave. Me pareció LO NORMAL. Su ex-novia le puso los cuernos, ¿cómo no iba a ser desconfiado? “Su novia” de una relación de 3 meses, ¿y qué? Los cuernos son cuernos y duelen igual. LO NORMAL. Habían pasado 5 años de aquello y desde entonces no había tenido ninguna otra relación. Bueno, ¿y qué? Puede ser por muchos motivos. Tampoco es tan raro. TODO NORMAL. Sí, ya, ya lo sé, ahora veo que había señales por todas partes, pero entonces me parecía todo LO NORMAL. Si la primera vez que se puso celoso no me pareció tan grave, ¿por qué me lo iba a parecer la segunda, la tercera, la cuarta? Aunque los celos hubieran aumentado de intensidad, aunque estuviera celoso por todo. No me dejaba quedar con mis amigos, controlaba mi ropa, mi teléfono, leía mis mensajes, fiscalizaba mis conversaciones, se enfadaba si en mi departamento contrataban a un hombre, no me dejaba ir a ver a mi madre porque vive en Happy Island y seguro que yo aprovechaba para ir a alguna discoteca y ponerle los cuernos. Yo sabía que él lo pasaba mal con los celos, y trataba de no hacerle sufrir. ERA MI CULPA. Él se ponía celoso sin motivo pero ERA CULPA MÍA. LO NORMAL. Yo intentaba hacer todo lo posible por aplacarle, para que él no sufriera, pasaba por el aro de todo lo que me pedía para no hacerle sufrir, y aunque sus celos fuesen completamente irracionales e injustificados, yo sentía que ERA CULPA MÍA. Es todo un malentendido, cariño, lo siento, no volverá a ocurrir. Y así te vas aislando, tu mundo queda cada vez más reducido a él, todo gira a su alrededor, dejas de ver a tus amigos, a tus familiares, dejas de ponerte la ropa que quieres, dejas de hacer cosas que te gustan para que él no se ponga celoso. Porque si él se pone celoso ES CULPA MÍA. ¿Dejarle a la primera QUÉ?
La primera vez que tuvimos una discusión por motivos económicos, a mí me pareció una pequeñez. Era su cumpleaños, él se había encaprichado de un helicóptero teledirigido y yo le compré uno pequeñito. Él quería el grande, el de 600€, y me hizo sentir fatal por no podérselo comprar. ES CULPA MÍA, él pobre solo tenía un capricho, vale que es más de lo que yo me podía permitir con mi sueldo de mil euros escasos y un alquiler de 500€, pero ¿quien no tiene un capricho para su cumpleaños? LO NORMAL. Cuando las discusiones por el tema económico fueron haciéndose cada vez más frecuentes y yo me sentía cada vez peor porque él se gastaba todo el dinero que entraba en casa en sus caprichos de forma desproporcionada, y aunque yo le llorara y le suplicara que por favor teníamos que ahorrar, que no podíamos gastar tanto dinero en caprichos, para entonces yo ya no sabía cómo pararlo y él no estaba dispuesto a aflojar su tren de vida. Cuando me quedé en paro, se marchó de casa. ¿Dejarle a la primera QUÉ?
La primera vez que te dice ¡mira que eres inútil! ¿qué harías sin mí? no le das importancia porque te lo dice entre risas porque te has olvidado las llaves de casa. La primera vez que te grita que eres una inútil y no vales para nada, piensas que ES CULPA TUYA porque se te ha caído un vaso al suelo mientras lo estabas fregando y se ha roto. Y para cuando te está repitiendo todos los días que eres una inútil y que si no fuera por él no te querría nadie, estás ya tan destruida que crees que tiene razón, has interiorizado que eres una inútil y que todo es culpa tuya, que te parece NORMAL que él te lo diga constantemente. ¿Dejarle a la primera QUÉ?
La primera vez que él me hizo daño pensé que era NORMAL. Estaba tan emocionado que aunque yo le pedí que parara porque me hacia daño, él no pudo contenerse. LO NORMAL. Es normal que los hombres no puedan contenerse, y durante el acto puedes pedirle lo que quieras que te dirá a todo que sí porque pierden el mundo de vista, ¿no es eso lo que nos repiten constantemente? Se les baja toda la sangre a la polla y no piensan. Si le pides que pare porque te hace daño, ES NORMAL que él no pueda parar. Y a partir de ahí, si me hacía daño SIEMPRE, eso es LO NORMAL. Si mi pareja me pide que me sacrifique por él, porque él también se sacrifica por mí en otras cosas, ES NORMAL, y lo contrario es ser egoísta y no quererle lo suficiente. ¿Dejarle a la primera QUÉ?
La primera vez que acabé en urgencias pensé que era NORMAL. Que no habíamos tenido cuidado, que ERA CULPA MÍA. Yo le había dicho que parara, que me hacia daño, que no me gustaba. Él me acusaba de egoísta, de no quererle lo suficiente, de pensar sólo en mí. Y yo apretaba los dientes y cedía, y aguantaba el dolor hasta que no podía más. Y él se enfadaba. Y acabé en urgencias. Por no haber tenido cuidado. LO NORMAL. En el mismo hospital, tumbada en la camilla, con las piernas todavía en los estribos después de la exploración y con la ginecóloga de urgencias presente, le pedí que no lo hiciera más, que no quería volver a pasar por eso nunca más, y él lo entendió y estuvo de acuerdo. En los años siguientes tuve que ir de urgencias dos veces más por lo mismo, porque él no podía contenerse y yo no había tenido cuidado. MI CULPA. LO NORMAL. ¿Dejarle a la primera QUÉ?
La primera vez que sufrí vaginismo, pensé que era NORMAL. Había estado en el hospital de urgencias, me habían puesto tratamiento, me dolía horrores. Era NORMAL que sólo pensar en el sexo y me pusiera tensa. Era NORMAL. Que él se pusiera nervioso, me presionara, me chantajeara y tratara de forzarme aunque sin llegar a culminar me parecía LO NORMAL. Mi cuerpo le rechazaba y ERA CULPA MÍA. Me esforzaba y sólo iba a peor. No recuerdo ni cómo llegamos a superar esa fase, pero me llevó mucho tiempo. Y después de eso volví a sufrir vaginismo, rechazo, aversión al sexo… al menos dos veces más. ¿Dejarle a la primera QUÉ?
a la primera señal de maltrato
¿Y sabéis lo que ocurre cada vez que alguien te pregunta que por qué no le dejaste A LA PRIMERA? ¿Que por qué no lo denunciaste entonces? ¿Que por qué has aguantado durante tanto tiempo? Que no te atreves a denunciar. Porque ni siquiera tú eres capaz de responder a esas preguntas, ni siquiera tú sabes cómo has aguantado tanto tiempo. Y si no lo sabes ni tú, ¿quien te va a creer? ¿Cómo vas a denunciarlo a él si la autoculpa te paraliza? ¿Cómo vas a denunciarlo a él, si no fuiste capaz de marcharte de su lado aunque estabas viviendo una tortura? ¿Cómo vas a denunciarle a él si aún sigues creyendo que fue todo CULPA TUYA? Si has aguantado tanto tiempo, no sería para tanto, LO NORMAL pero es que tú lo exageras todo. Pero, a ver, ¿él te ha puesto alguna vez la mano encima? ¿Te ha pegado? ¿No? ¡Entonces no será tan grave, mujer! Que “maltrato” es una palabra muy seria. Mira a ver si vas a estar exagerando, ¿no estará todo en tu cabeza?
Y no lo entiendes. Y le das mil vueltas a todo. Y vuelves a repasar las conversaciones una y otra vez. Y hablas con amigos que notaban que algo pasaba, intuían que algo no iba bien pero no se imaginaban hasta qué punto. Amigos que habían asistido a sus escenitas de celos, a sus desprecios, amigos que no se explicaban cómo podía aguantar eso, pero que no podían alcanzar a imaginar el horror que era mi vida en la intimidad. Amigos a los que dejé de ver porque a él no le caían bien. LO NORMAL. Yo consentí apartarme de mis amigos para no tener broncas con él, para no hacerle sentir mal a él. CULPA MÍA. ¿Cómo voy a denunciar, si yo fui corresponsable, si yo me dejé arrastrar a esa situación en lugar de abandonarle A LA PRIMERA?
¿Y por qué no le denunciaste entonces? Me preguntan. ¿Cómo? ¿Cómo iba a denunciarle, si sentía que yo lo había tolerado todo? ¿Cómo iba a denunciarle si él nunca me pegó? ¿Cómo iba a denunciarle si seguía creyendo que YO TENÍA LA CULPA, que lo que él hacía era LO NORMAL? ¿Cómo iba a denunciarle a él si tenía dudas de si todo eso estaba solo en mi cabeza, si es verdad que soy una exagerada, si tal vez me estoy montando una película, si acabar en el hospital y tener terror de practica sexo ES NORMAL? ¿Cómo iba a denunciarle entonces si aún quería volver con él? ¿Cómo iba a denunciarle entonces, si me ha costado AÑOS y miles de euros en terapia identificar que todo este conjunto de síntomas corresponde a un patrón de maltrato?
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Y habrá quien me diga que si todo fue consentido, si yo quise, que ahora no me queje. Bueno, pues no. No fue consentido. Yo manifesté en numerosas ocasiones que no me gustaba lo que estaba ocurriendo. En todos los sentidos. Que estaba harta de las escenitas de celos, que el sexo era doloroso y repugnante para mí, que no me gustaba nada cómo estaban funcionando las cosas en nuestra relación. Y él me decía que era una exagerada, que estaba todo en mi cabeza, que me montaba películas, que mis amigas me metían cosas raras en la cabeza. Él se quejaba con frecuencia de que yo protestaba por todo: “si te la meto por el culo te quejas, si quiero correrme en tu boca y que te lo tragues te quejas, si te pido “probar cosas nuevas” te quejas… Por todo te quejas“. Claro que me quejo. Me duele. Me da asco. No me gusta. Y tú lo sabes pero sigues insistiendo, presionando, llamándome egoísta. Yo cedía a la presión y al chantaje, pero eso no significa que fuera consentido ni que lo hiciera a gusto. Y porque cada vez que él me llamaba egoísta, yo cortocircuitaba. Hoy sé lo que es la persuasión coercitiva y cómo se aplica a la violencia de género, pero entonces no tenía ni la más remota idea.
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He recibido atención médica 7 veces en 6 años, sin contar atención psiquiátrica y psicológica. Ginecólogo, cirujano, médico de urgencias en el ambulatorio. Ninguna de esas veces él me puso la mano encima tal y como te lo estás imaginando, no fui nunca con un ojo morado o con costillas rotas, porque las agresiones físicas son sólo la punta del iceberg y la dinámica del maltrato es mucho más compleja.
Estamos acostumbradas a ver carteles del Ministerio que le toque, de organizaciones o de webs bienintencionadas buscando concienciar sobre el maltrato, animando a las mujeres maltratadas a denunciar, a huir, a dejar atrás las situaciones de violencia. Y todas tienen la misma imagen en común: una mujer con signos evidentes de violencia física sobre su cuerpo.
Y si no te ves identificada con esos carteles, piensas que lo tuyo no será maltrato, al fin y al cabo nunca te ha puesto la mano encima, nunca te ha pegado. Hablas con él de lo mal que te sientes, de lo mal que te hace sentir con su comportamiento, del daño que te provoca, del dolor físico, de que acabáis de volver del hospital y del tratamiento que te han dado, que es incómodo y doloroso. Y él le quita importancia, te dice que no es tan grave, no es para tanto, eres una exagerada, está todo en tu cabeza, tus amigas te meten ideas raras en el coco, ERES DEMASIADO FEMINISTA y ves machismo y abusos donde no los hay. ES TODO NORMAL. Acabáis de volver del hospital, te han puesto tratamiento, no puedes ni moverte, le has cogido aversión a las relaciones sexuales y cada vez que él te toca todos los músculos de tu cuerpo se ponen en tensión Y ES TODO CULPA TUYA, él te acusa de ser una egoísta y pensar sólo en ti misma y menciona que si esta situación se prologa te abandonará. PORQUE ES TODO CULPA TUYA. Pero eres una exagerada, está todo en tu cabeza, ES TODO NORMAL.
Dejas de hablar con las amigas por una mezcla de vergüenza y miedo, y por millones de tabúes ancestrales. No les preguntas si es normal sangrar cada vez que practicáis sexo anal, no les preguntas si es normal que te duela tanto, no les preguntas si sus novios pueden parar cuando ellas les piden parar porque duele. No preguntas nada, te lo guardas todo y sólo hablas de ese problema con él y asumes que ES TODO NORMAL. Y él está convencido de que si en el porno lo hacen, es que se puede y quiere hacerlo igual, tal y como lo ve en las pelis porno, porque eso es lo que le pone. Y si ellas pueden, ¿por qué tú no? Él tiene la respuesta: porque eres una egoísta, porque sólo piensas en ti, porque no le quieres lo suficiente y no te sacrificas por él. No le entra en la cabeza que lo que ve en las pelis porno no es real, que hay actrices que se niegan a hacerlo por lo duro que es tal y como se muestra en el porno, pero no hay manera de convencerle.
¿Os parece extraño que a pesar de todo siguiera quedando con él, que siguiera follando con él, que quisiera volver con él? No lo es tanto.  A la mujer asesinada en Barcelona esta semana le ocurría lo mismo. .
“Mientras estaba vigente la orden de alejamiento, fue ella misma la que nos contó que se seguían viendo y manteniendo relaciones”, explicó ayer una funcionaria. La actitud de esta mujer es habitual en víctimas de violencia doméstica, afectadas de una dependencia emocional y económica que las lleva a confiar en que sus agresores cambiarán.
Y la semana anterior, en el juzgado de Pontevedra, una mujer se negó a declarar contra su marido, que está detenido y acusado de intentar ahogarla, porque es lo único que tengo
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Es lo único que tengo. Conozco perfectamente esa sensación. Quienes trabajan con víctimas de maltrato están familiarizados con estas situaciones y no les sorprende, por eso es tan importante el acompañamiento psicológico y la terapia con especialistas una vez empiezas todo el proceso de separación. La dependencia emocional en víctimas de maltrato es frecuente y muy fuerte, os sorprende porque no lo habéis vivido pero por desgracia esto es LO NORMAL. A qué grado de destrucción hemos llegado para alcanzar este punto de dependencia, no creo que puedas ser capaz de imaginártelo.
Me ha llevado dos años y tres meses, desde que él se va de casa hasta que yo decido pedirle el divorcio y no dar marcha atrás. Aún me queda un largo camino por andar, esto solo acaba de empezar. El fin de semana anterior a firmar el acuerdo de divorcio estaba con un ataque de ansiedad que me ha durado toda la semana. El fin de semana estaba que me subía por las paredes, parecía una yonki en pleno mono: le echaba de menos, mi cuerpo me pedía llamarle, volver con él, buscar su perdón. Mi cerebro, en cambio, gritaba pidiendo socorro. ¿Te puedes hacer una idea de lo duro que es resistir algo así? No, creo ni que seas capaz de llegar a imaginártelo si no has pasado por lo mismo, no puedes ponerte en mi piel.
A veces ni yo misma me entiendo, ni siquiera yo misma soy capaz de entender cómo he podido tolerar esto durante tanto tiempo. Para entenderlo todo me está viniendo de lujo la terapia, el haber contactado con una asociación de víctimas que han pasado por lo mismo, el comprobar que no estoy ni sola ni loca, que aunque este tipo de cosas te destruyan por dentro, es posible salir adelante, es posible incluso volver a tener relaciones normales con hombres que te respetan. Y leer acerca del tema. Así es como he llegado a estudios psicológicos sobre maltrato, violencia de género, dependencia emocional, persuasión coercitiva y otros muchos temas relacionados. Así es como he empezado a entender por fin. He empezado a encajar cada pieza del puzzle en su lugar, y ahora por fin todo cobra sentido.
¿Denunciarlo? Ya veremos. Es un proceso largo, duro, hace falta recopilar pruebas incontestables y que el juez lo vea muy muy claro para mandar a alguien a la cárcel. Yo tengo claro que mi ex, por todo lo que ha hecho, lo merece. Ahora, demostrarlo es otro tema, y yo tengo más ganas de reconstruir mi vida que de empezar una nueva guerra. Si vas al hospital con signos de violencia, activan el protocolo de violencia de género de inmediato, te ponen medidas de protección, se celebra un juicio rápido y tu agresor en menos de una semana está entre rejas. Pero cuando no es una agresión física puntual sino que son malos tratos continuados durante años pero sin palizas, la cosa se complica. Obviamente, lo primero que dirá él es que yo lo consentí todo, y que si acabé en el hospital fue solo porque se nos fue de las manos, no tuvimos cuidado, que FUE TODO CULPA MÍA. De mis objeciones y de todas las veces que me echó en cara mis protestas y me acusó de egoísta no se acordará, claro. ¿Y cómo demuestras que hubo coacción? Es muy complicado. Ya veremos.

1 comentario:

blogger dijo...
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