martes, 24 de enero de 2012

Otro 24 de enero

En muchas conversaciones casuales, sobre todo con semidesconocidos y en días puntuales, suelo escuchar la pregunta:

- ¿Recuerdas que estabas haciendo aquel día?

Y claro, en ocasiones para ti fue un día especial por lo que estaba sucediendo o no... puedes recordar o no... y puedes inventar... o no... para quedar bien o para seguir la conversación.

Hoy me ha venido la pregunta a la cabeza, conversando conmigo misma (menos mal que no lo hacía en voz alta o tendría miradas sobre mi cogote)

- ¿Recuerdas que estabas haciendo aquel 24 de enero?

Y si, es uno de esos días que tienes grabado a fuego, no en tus cajoncito de los recuerdos, sino en tu corazón, en tu alma. Recuerdo casi las 24 horas de ese día.

Recuerdo la noche anterior, no podía dormir y me quedé despierta, viendo en tv el reportaje sobre Dalí, que acababa de fallecer. Después emitieron la película "Mamá cumple cien años". La miraba sin ver, pensando lo que estaba ocurriendo en el dormitorio del fondo de casa.

Estaba en paro desde el 5 de enero en que cumplió mi contrato. Era habitual. Enero y febrero de vacaciones forzosas, sin sueldo claro y contrato desde 15 días antes de Semana Santa hasta Reyes. Así que ayudaba en casa, sobre todo desde que mi padre había enfermado. Mi madre me mandó a la compra y también pasé por el kiosko del barrio, a por la prensa del día. Era martes, por lo que también compré alguna revista.

Pero ese día mi padre no estaba por la labor de leer, se sentía muy cansado, al menos esa fue la razón que me dio mi madre para enviarme a por el doctor.

Llegó, estuvo en la habitación con mis padres y salió, animando a mi padre. Cuando salía por la puerta mi madre lo detuvo, quería pagarle su visita pero ese día él no aceptó. Dijo que había venido a ver a un amigo, no a su paciente.

Recuerdo el cosquilleo que me recorrió la espalda a ver a mi madre agarrarse al pomo de la puerta al cerrarla.

Pero me sonrió al darse cuenta que la miraba y me pidió que la ayudara a preparar la comida.

Mientras comía en la salita de estar (y no, justo lo que se había preparado de comida no lo recuerdo), mi madre intentaba darle de comer a mi padre. Llamaron a la puerta y apareció la vecina, entró al dormitorio y vi como mi madre levantaba a mi padre, apoyándolo sobre el respaldo de la cama, para ayudarle a comer. Volvía a la mesa cuando escuché la voz de mi madre, llamándolo.

- Joaquín... por favor, Joaquín... - cada vez más bajito.

Y lo supe, antes de volverme al dormitorio, lo supe, aunque no lo quería saber.

Otro 24 de enero... otro día como hoy, hace ya muchos años, pero sigo echándole de menos.

Te quiero papá.



1 comentario:

Zana dijo...

Y yo te quiero a ti

Muack