viernes, 4 de febrero de 2011

Pleno Amor de Jorge Guillén

Últimamente, reflexionando de mi poca necesidad de escribir en el blog (por acusasiones indirectas del gatito sobre mi cuasi abandonado blog), llegué a la conclusión de que me faltaba mi rinconcito de escribir del que no dispongo. He intentado hacerlo en otro lugar de la casa, en otro ordenador distinto, de distintas posturas... pero nada.. echaba en falta la tranquilidad, el no tener la obligación, ni el deber (o derecho, según se mire) de compartir esos momentos con otra persona. Es más, en este momento él no está en casa, sino en Barcelona, a 1100 km de mi, circunstancia que aprovecho para escribir, escribiros, escribirme en mi rinconcito habitual, al que pasado los meses, casi no echo en falta (solo cuando me lo recuerdan).

Pero no solo ha cambiado mi necesidad de escribir (es lo que tiene reinventar tu vida) sino mi manera de hacerlo. Ya no necesito bilis, ni mala milk, ni obligación por levantarme y seguir adelante, así que ahora mis letras son demasiado dulces... tanto que la gran mayoría de las personas que me leían, no sienten la necesidad de darme apoyo; notan que ya no las necesito, que sólo necesito a mi gatito, que nos acompañamos mutuamente por este camino que es la vida.

Dice Antonio Muñoz Molina:
"Jorge Guillén no tiene el lugar que merece entre los grandes poetas españoles del siglo pasado porque en su obra es frecuente el entusiasmo por la vida, el gusto de las cosas comunes, la alegría de la amistad, del amor compartido, de la paternidad..."
Así que hoy recurro a él, a Jorge Guillén, para dejar mi granito de alegría por la vida, para dar mi presente a esa persona que decidió compartir la vida con nosotras.


Pleno Amor

¿Amor envuelve en las formas
de un viento? Se transfigura
bajo un viento nuestro abrazo:
concentrándose está en lucha.
Triunfo habrá para los dos,
gocémonos. ¡Oh, no hay burla
contra la fe ya animal
de toda la criatura!
Desaparece la estancia.
Una luz de anhelo y súplica
crea un ámbito al amor
con muros de sombras juntas.
Infinita, sí, trascurre
la noche. Pero se ajusta
-con la precisión de un mundo
soñado por la absoluta
claridad- a este clarísimo
destino: nuestra ventura.
Y la ventura despacio
va confiándose -nunca
más estrellas en el cielo-
a una pesadumbre suya.
Mientras -la carne es también
alma, reina tu blancura-
un ritmo acoge y acrece
la obstinación -¡qué profunda
masa tanta noche en vela!-
de esta casi calentura,
de este buen ardor.
Palpitan,
humildemente nocturnas,
las estrellas como si
regalasen una luna
de paz.
Paz en la verdad.

II
En la verdad.
Y se anuncia
lo más fabuloso. ¿Tumba
para una resurrección,
para llegar a ser pluma
casi indistinta del aire,
aire sobre el mar, espuma
que fuese nube en un cielo
con voz de mar?
No hay más ruta
que este más allá mortal:
vértigo de una dulzura
que de más vida en más vida
se atropella, se derrumba,
-¡llega a tal embriaguez
el ser que desde su altura
conspira al derrumbamiento!-
y va a la noche desnuda
con un ansia de catástrofe,
o de postrer paz, en fuga
final ¿hacia qué reposos,
qué aplanamientos, qué anchuras?
¿O hacia la aniquilación
desesperada?
Concluya,
concluya tanta inminencia.
Todo se confía -nunca
más estrellas en el cielo–
a su pesadumbre muda,
fatal.

¡Sea!

Fatalmente
puede más que yo la angustia
que me entrega a la catástrofe,
-todo conmigo sucumba-
que no será… que no es
una catástrofe -¡brusca
perfección!- por más que abdique,
y se desplome y se hunda
-amor, amor realizado-
el alma en su carne: puras.


Porque te quiero.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Si ésa es la razón por la que no escribes...

Felicidades!!

Un besazo, Mami. Aún así, no podrás evitar que te eche de menos.

Lara dijo...

Sin duda no hay mejor motivo, no sabes cuanto me alegro que sea así.
Muuuuacksss!!!