sábado, 17 de julio de 2010

Timidez

Pasado el tiempo recuerdo mi propia timidez como parte del aprendizaje de la vida.

Los múltiples cambio de domicilio. El vivir primero con mis padres, más tarde en un colegio, después con mis abuelos y mis tíos (los hermanos de mi padre) que me consintieron por completo al ser la única nieta y sobrina. El vivir en una casa con fantasma, mi propio mundo interior... la muerte de mi padre... todo eso hizo que pasara mi adolescencia con muy poco contacto con las personas y desarrollara una timidez bastante grande que suplía por narices (el tener que empezar a trabajar a tan temprana edad es lo que tiene) y viviera mis ilusiones en los libros, en esas historias que consumía en ocasiones de forma compulsiva.

Así que mi timidez sigue estando ahí, dentro de mi, forma parte de mi personalidad. En ocasiones hasta me impide alcanzar a alguien que conozco para saludarle y disimulo si la otra persona me mira. Otras veces busco el atajo más largo para llegar a un lugar, intentando buscar ese valor que no poseo para enfrentarme al porvenir. Y en ocasiones me sorprendo a mi misma, dando la cara por algo o alguien desconocido.

Poco a poco he ido aprendido a vivir con la timidez.

Así que creí comprender perfectamente a mi hija cuando su timidez empezó a encerrarla en casa. Cuando empezó a buscar razones para no salir a comprar el pan, a tomar un helado... cuando una visita a un museo le suponía un dolor de cabeza y un mareo. Cuando empezó a no querer ir a la playa si siempre le había gustado y esperado con ilusión el verano para disfrutar del sol, la arena, el agua...

Intenté recordar como me sentía yo a su edad. No la forcé a hacer lo que no quería, no me gustaba verla sentirse mal. Siempre creí que si un adolescente tiene problemas, el primer indicativo se encuentra en sus notificaciones y en los estudios, ella era la primera, con media de sobresaliente. Así que para mi solo era timidez.

Pero cumplió los 14 años y empezaron los ataques de ansiedad. De los mareos al salir a la calle pasaron a los dolores de cabeza si entraba a un lugar con muchas personas... y a los ataques de ansiedad si la obligaba a salir de casa. Gritos, lágrimas, mareos, ... y más.

El problema empieza a sobrepasarme. La consulta al psicólogo solo me indicó que era ella la que debía darse cuenta que ocurría algo y pedir ayuda y para mi hija, no ocurre nada, según ella, es su personalidad y tenemos que respetársela.


Pero ser padre nos impone las obligaciones de ayudar a nuestros hijos y en eso estoy.

8 comentarios:

Monty dijo...

Yo recuerdo mi timidez tb... Sé cómo la superé pero no sé si se puede aplicar lo mismo a Estel.
Sola no estarás. Besos cariño

Anónimo dijo...

Yo también padecí mi timidez hasta muy tarde.

Estel es muy tímida, sí... pero seguro que cuando llegue el momento, sabrá salir adelante y comerse el mundo.

Kotinussa dijo...

Ay, niña, cambias tanto de sitio que te me pierdes continuamente.

En cuanto al tema del post, yo fui una persona tímida pero porque me hicieron así. Aunque fuera sin la menor intención de hacerme daño, la consigna en mi casa era que nada de amigas en casa y nada de ir yo a casa de otras niñas, nada de presentarme voluntaria para cualquier cosa y pasar lo más desapercibida posible. Y además, me metieron en la cabeza que no me fiara de nadie, que si alguien quería ser mi amiga sería seguramente por interés, por querer usar mis juguetes o por que le prestara mis cosas en el colegio. Lo que no se daban cuenta es que me estaban dando a entender que yo era una persona a la que nadie podía querer por sí misma, lo cual deja tu autoestima por debajo del suelo.

Llegó un momento en que me di cuenta de que así no podía ir por la vida. Y lo arreglé yo sola, aunque me costó. Me impuse un tratamiento de choque, que era hacer justo lo que más me imponía: salir voluntaria a exponer trabajos en público en la Universidad y cosas así. Y el broche de oro fue meterme en un grupo de flamenco y acabar bailando en público, en un teatro. Ahí ya se me quitó toda la vergüenza y las ganas de pasar desapercibida.

Claro que lo de tu hija parece diferente. Yo nunca tuve ataques de ansiedad, ni me negaba a ir a los sitios que en realidad me gustaban.

Espero que la cosa se vaya arreglando.

Tierra dijo...

No creo que lo que tenga tu hija sea timidez Wen, por la timidez hemos pasado todos, es esa vergüenza que nos supone el hecho de relacionarnos con los demás, que a veces nos paraliza pero a la que todos nos hemos enfrentado y es relativamente fácil de superar.

No me cabe ninguna duda de que conseguirás ayudar a tu hija y no pararás hasta que todo se normalice. Un beso muy fuerte.

Anónimo dijo...

jo, leyendo esto me siento tan identificada, yo también cambié mucho de domicilio cuando era pequeña, los problemas en casa, las discusiones, la falta de dinero....
eran la constante diaria y aún recuerdo cómo iba a clase y me encerraba en mi mundo y en casa siempre me ponía a jugar sola, nunca tenía amigos fijos y para mi, estar sola de pequeña era lo normal.

Cuida a esa niña y espero que poco a poco se quite la coraza de la timidez, que si bien no es algo malo, tampoco es normal que tenga tanta ansiedad y se encierre tanto, a veces, salir da sensancion de libertad, de saber que estas viviendo.
muchos besos

Lara dijo...

Yo es que no sé que es eso de la timidez, siempre he sido muy "suelta" jajaja..... Estoy segura que vas a saber como ayudarla, no lo dudo.
Por cierto, no sé porque en mi blog no me avisa cuando actualizas, he venido a ver y veo que me he perdido cosas. Voy a mirar a ver que pasa. Ah, y dile a tu gatito que otra vez vuelvo a no poder comentar en el suyo.

Lara dijo...

Pues acabo de mirar y tu link está pero me marca como última entrada hace dos meses :(

Lara dijo...

Arreglado Wen, merci.