martes, 20 de febrero de 2007

Una limosnita

Cuando me mudé a mi nueva casa, sabía que muy cerca se encuentra un hospital psiquiátrico de puertas abiertas... los internados puede salir a la calle durante el día y regresar a comer y dormir, además de tomar su medicación. Al principio me resultó raro ver a determinadas personas paseando por la calle, en estado semialetargado... cada uno con su propieta peculiaridad: Uno de ellos suele tumbarse en la acera, en un rincón y dedicarse a hablar solo durante horas; otro pasea arriba y abajo de la misma calle, con un bolso en banderola y escuchando una vieja radio de transistor; otra persona, joven, bastante joven, siempre con un cigarro apagado y pidiendo fuego (pocas veces lo he visto con el cigarro encendido)... durante años, me he ido cruzando día a día con ellos y mi prejuicio inicial ha ido debilitándose cada vez más.

Suelen vestir ropas bastante usadas, pero siempre limpias... en ocasiones están solos, cada uno por su lado y otras veces, los ves reunidos, conversando, en algún banco de la calle. A veces te saludan al pasar, después de tiempo cruzándose contigo... otras veces te ignoran por completo... y en alguna ocasión, te piden que los invites a un café...

Desde hace unas semanas, se ha unido una persona más al grupo. Me ha resultado extraño, porque hasta ahora, siempre han sido hombres, de más o menos edad, pero todos chicos. Ésta persona es mujer, de unos cincuenta años... tal vez más, tal vez menos, soy bastante mala calculando la edad de las personas. Usa unas combinaciones bastante peculiares en los colores de las prendas que viste que la hace no pasar desapercibida... Con un pequeño banquito de playa bajo el brazo, y transportando una bolsa de tela de publicidad.

Y hoy, al cruzarme con ella, sentada justo en una rampa de bajada de una calle, en su pequeño banco de playa y comiendo un bocadillo de chorizo, por primera vez cruza unas palabras conmigo:

- ¿Una limosnita para una pepsi?

Mi sorpresa ha sido tal, que no he podido evitar una enorme sonrisa. Es la primera vez que veo lógica y consecuente una petición de lismona... así que he terminado invitándola a una pepsi.

1 comentario:

Wendeling dijo...

Comentario:
Rara vez doy limosna. La última vez más que limosna fue un regalo. Un peqeueñajo que quería un paquete de papas, se lo compré, fue un poco como lo de la pepsi esa.

Lo malo es que la enana comienza a ponerme en apuros con esto de las limosnas: hace unos días pasamos cerca de una mujer que, para pedir, recurre al lamento y el grito;al verla, la niña me dijo: "Mami, esa señora está gritando y nadie le hace caso ¿Por qué nadie le hace caso?" Yo no supe que responderle, la verdad.

Besos
Nanny Ogg 20 Febrero, Martes 18:39 (Correo) (Web)

Comentario:
No me gusta la caridad, no con esto digo que ser caratitativo sea malo o sea bueno, ni que yo no lo sea o que la sea. Pero la caridad en sí no me gusta, la mayoría de las veces la caridad se basa en dar a aquel que no tiene nada, porque si tiene no andaríamos dando con la misma facilidad. Con lo cual encuentro que hay cierta trampa encerrada, tanto en aquel que pide limosna como quizá los sentimientos que me pueden llevar a darla. Creo que dar es un concepto muy amplio, y no debe circunscribirse en algo tan restrigido como la caridad. Y digo todo esto porque un día me encontré en la cola del banco a un chaval (seguramente drogadicto) que pedía en los semáforos cuando éstos se ponían en rojo. Era uno de los chicos de la mochila que se pusieron muy de moda justo antes de la avalancha de inmigrantes que ahora tenemos en la ciudad. Estoy más sorda que una tapia, pero (contradictoriamente) tengo un oido muy fino. Total que me empapé de todo el patrimonio del chaval, incluso tenía bienes patrimoniales en Málaga de donde era originario. Pensión mensual del estado y unos padres que como poco erana de clase media alta. El caso es que al poco tiempo me lo encontré en el semáforo habitual donde solía pedir y se acercó a mi ventanilla. Y una que siempre anda haciendo amigos le dije que ya me gustaría a mi tener "......" (le enumeré todo aquello que había escuchado en la cola de aquel banco) y que si fuera dueña de todo eso con mucho gusto le daría una parte pero que desgraciadamente no estaba en tan buena posición como él. El chico se me quedó mirando extrañado pero el pobre no supo contestar. Seguramente le parecí lucifer por jodidamente borde que es una.
Amaranta 20 Febrero, Martes 17:11

Comentario:
¿Qué fue de la CherryCoke?

^o^

P.D. no doy limosna, pero si que he invitado más de una vez a alguien en la cola del McDonalds
Faboo 20 Febrero, Martes 14:17 (Web)

Comentario:
Me has hecho sonreir imaginando la escena y me has recordado una frase que he dicho en muchas ocasiones: "Los locos son los únicos que han perdido todo menos la razón"
Besos.
lara 20 Febrero, Martes 10:54 (Correo) (Web)

Comentario:
Pues seguro que le has hecho muy feliz!

Me alegra ver que hay gente como tú que no cruza de acera o va por otra calle para no tener que cruzarse con los que son menos afortunados.

Un besoteee
GirlCanRock 20 Febrero, Martes 10:45 (Correo) (Web)

Comentario:
:) Ha sido un gesto muy bonito.

Yo nunca doy limosna, tengo una imagen grabada de cuando era niña.
Una mujer con un bebé pidiendo dinero para comer, mi madre le dijo que no le era posible darle dinero, pero que la podía dar unos paquetes de comida, tomate, pasta, legumbres...
Mi madre le preparo una bolsa con todo.
Al rato, cuando fuimos a salir a la calle nos encontramos los paquetes rotos y toda la comida tirada por las escaleras.
Nunca he conseguido olvidar eso ni tampoco la cara de làstima de mi madre.

Besotes.
Basileia 20 Febrero, Martes 10:38 (Web)

Comentario:
Y además tiene buen gusto, Pepsi antes que Cocacola :-p
Monty 20 Febrero, Martes 07:40 (Web)