viernes, 8 de noviembre de 2013

La vecina

Hace un par de días todo el barrio despertó con la noticia.

Una vecina había muerto a manos de su exmarido... que se había suicidado horas después.

Una noticia habitual en los últimos tiempos... aunque siempre ha sido habitual, sólo que antes se consideraba un problema familiar (nótese mi ironía) que había que arreglar dentro de la familia. El marido tenía que educar a la mujer a golpes si era necesario, golpes que en ocasiones terminaban en muerte, pero que se saldaban con una mínima condena. La mujer era mala por nacimiento, es la educación que todos recibíamos y era el hombre la que tenía que enderezarla para que estuviera a su servicio, ya fuera su padre, su marido o su hermano.

La mujer, al igual que los hijos, formaban parte de la posesión del marido y nadie tenía que meterse por medio si éste educaba a aquella de la manera que consideraba necesaria.

Viví aquello dentro de mi familia y siempre me rebelé. Yo era una mujer, un ser humano que tomaba mis propias decisiones y no era posesión de nadie.

Mi gran sorpresa ha sido hoy, cuando he escuchado a vecinos (incluidas mujeres) que defendían al marido, porque es normal desesperarse tras un divorcio... un hombre que ha luchado por sacar a su familia adelante y ver como todo su sacrificio (léase posesiones, ahorros) se lo lleva ella por ser mujer.

¿Cómo llegaban a esa conclusión? Al parecer los vecinos del portal había escuchado la discusión a voces horas antes, cuando ella le echaba de casa. Era la mujer la mala, la malvada, la que se quedaba con todo. Incluso alguno hablaba de cambiar las leyes.

Que fácil resulta generalizar, que fácil acusar sin saber realmente.

Al final nadie sabrá que ocurrió en esa casa porque los dos protagonistas están muertos, dos vidas perdidas por una mala educación recibida, porque nadie es posesión de nadie. Una mujer generosa que permitió a su exmarido recuperarse de una operación en su casa, porque era de ella y un hombre que vio como se reían de él al perder su hombría a manos de una mujer.




2 comentarios:

LME dijo...

crudo

Wolffo dijo...

Horroroso, desde luego. Y tienes razón, es una cuestión de educación, de mala educación, o de falta de educación.

Un beso, Wen.