miércoles, 14 de septiembre de 2011

Una vida tirada a la basura

Conocí a Ana Mari en las clases post-parto.

La matrona del centro de salud organizaba cursos para madres recientes. Allí nos enseñaba desde posturas para dar el pecho, a curar el ombligo los primeros días, como bañar a un recién nacido y ejercicios para recuperar la forma de nuestro cuerpo y reducir los dolores de entuerto.

Un día, a mitad de clase, apareció Ana Mari. Llevaba un bebé de unos 10 meses en una sillita y estaba embarazada de unos 4 meses. Interrumpió la clase para llorarle a la matrona, porque no tenía dinero para comprarle leche y cereales al bebé (una preciosa niña) a la que llevaba casi sin ropita (estábamos en marzo). Nuestra matrona le pidió que se sentara unos minutos, mientras terminábamos los ejercicios, aunque viendo como interrumpía la clase, hablando con unas y con otras, decidió ir directamente al almacén. Mientras tanto, Ana Mari nos contó que tenía 17 años, iba a por su segundo hijo y vivía con sus padres y su novio en una misma casa... junto a un hermano y una hermana de 18 años también con un bebé de meses. Nunca entendí muy bien a las personas que cuentan su vida y obra a completos desconocidos, aunque lo achaqué a que era una persona muy joven sin experiencia de la vida a pesar de su hija y el que venía en camino.

Minutos después llegó la matrona cargada con muestras de leche infantil, cerales, pañales y cremas para el bebé. Antes de irse nos pidió que si conocíamos de algún trabajo, se lo dijéramos, pues necesitaba el dinero.

Durante los años siguientes seguí tropezándome habitualmente con ella. Así supe de su tercer y cuarto hijo antes de cumplir los 20 años... 4 hijos de 4 padres distintos. De que no conseguía mantener un trabajo porque a los 3-4 días dejaba de cumplir (no llegaba a la hora o se marchaba antes, se quejaba llegando a insultar a quien se pusiera por delante...) eso si, reclamaba su dinero o amenazaba con mandar a su hermano o novio de turno para cobrarle al incauto/a que la había contratado.

¿Y los niños? se criaban en la calle, desnutridos, sucios y casi sin ropa. Siempre había alguna vecina que se apiadaba de ellos y les daba algún bocadillo o los metía directamente en casa para bañarlos y darles de comer.

Cuando empezaron a ir al colegio fue cuando los asistentes sociales se interesaron por esos niños. El director dio aviso a la madre de que los pequeños (3 chicos y 1 niña) no iban aseados ni vestidos apropiadamente para la época, aparte de los piojos... Visitaron a la madre y los abuelos y consiguieron subvenciones para esos niños, hasta que un buen día, viendo que no servía para nada, se los llevaron. Entonces Ana Mari tenía 25 años y 6 hijos. Recuerdo la que se organizó en la calle, el abuelo con una estaca queriendo pegar a un policía, la abuela gritando que les robaban a sus nietos, Ana Mari enganchada a los pelos de la asistente social que llevaba a uno de los bebés en brazos. Consiguió que el más pequeño, de sólo 2 meses de edad, se quedara con ella porque estaba dándole el pecho.

Desconozco que ha sido de esos niños, pero Ana Mari ha recuperado su modo de vida y otros niños a los que dejar abandonados en la calle. He perdido la cuenta de cuantos hijos ha tenido, me volví a encontrar de ella hará unos 4 años con tres pequeños, de unos 4, 2 años y meses que llevaba a todos dentro de un cochecito de bebé muy estropeado.

Y hoy me he vuelto a cruzar con ella, aunque me ha costado reconocerla. Tiene 9 años menos que yo, es decir, que anda por los 35 y aparenta 20 más. Muy estropeada, con el pelo convertido en estropajo de color amarillo, casi sin dientes y la piel resquebrajada y muy maquillada. Con mucho sobrepeso y un vestido que muestra todas sus lorzas.

Una vida casi tirada a la basura y unos hijos (no sé cuentos) que no han merecido vivir como lo han hecho.


Nota adicional: creo recordar que ya escribí en otra ocasión sobre ella, aunque no recuerdo si llegué a publicar el post ni que nombre usé (suelo cambiar los nombres de las personas sobre las que hablo). Siento pena por esos niños aunque no de Ana Mari, pues tuvo muchas oportunidades en la vida para cambiar y pelear por sus hijos y no aprovechó ninguna. Tampoco siento empatía por ella cuando llora por esos niños perdidos, pues allá donde estén imagino que estarán mucho mejor atendidos que con su madre.


9 comentarios:

Maireen dijo...

Siempre me ha indignado cómo reaccionan esas personas cuando los Servicios Sociales salvan a esos niños de semejantes situaciones. ¿Creen que chillar mucho y tirarse al suelo para demostrar que no quieren separarse de ellos son signos inéquívocos de quererlos? Estoy convencida de que les afectan que se los quiten, pero porque las dejan sin rehenes con los que presionar a las Cáritas de las parroquias, a los Servicios Sociales y a toda la gente que los ayuda.

Lo peor de todo es que la negativa de estas personas a renunciar a esos hijos impiden que puedan ser adoptados y superen todo ese infierno.

Viviana dijo...

Sin palabras.

Anónimo dijo...

Creo que si me suena ésta historia, y la verdad es que me parece muy triste.

Zana dijo...

Prácticamente ni siquiera se merece una mención. Lo suyo no es ni medio normal.

Anamen dijo...

hoy vuelvo tu vuelves hoy escribo again

Amaranta dijo...

Yo creo que ver a personas como Ana María nos debe hacer dar gracias por la situación familiar que hemos tenido y nos ha permitido estar donde estamos.

Lo que quiero decir es que a Ana María la vida tampoco le ha dado otra opción, no se trata tanto de las oportunidades como con lo que cuentas para aprovecharlas. La educación, el entorno familiar es más importante de lo que creemos hasta que vemos a personas como ella. El simple hecho de que tenga un hijo detrás de otro, no es signo de que sea más religiosa que las demás (me refiero por el hecho de no utilizar anticonceptivos...jajaja) sino de que quizás no saba de que existen. En fin creo que todos tenemos mucho por lo que dar gracias.

Amaranta dijo...

uysss perdon ...que quizás no sabe que existen....jajajaa.

Anónimo dijo...

y luego hay personas mucho más capacitadas y con cabeza a las que le cuesta un mundo tener un bebé, tiene mandanga, y ésta sin embargo los tiene como conejos y los cria como tales, una verdadera pena,la verdad.
Con lo que se quiere a un hijo, y las ganas de darle todo, una educacion, su vida normal, sus juguetes, su comida, su ropita, en definitiva, verle crecer feliz y que ésta mujer los haya echo tan desgraciados, que pena, de verdad, que penita.

Espero que los que hayan ido a los servicios sociales hayan encontrado a buenas personas, ojala que si.

un besazo

Anamen dijo...

Espero que así sea. Q estén mejor que con ella, pero con la sociedad que tenemos.. tampoco me atrevería yo a...