El club de la güena gente

Mari Reme tiene treinta y seis años. Es una mujer menuda, con buen tipo, rubia y de bonitos ojos. Es baja y sin arrugas que no aparenta su edad. Vive con sus padres y nunca ha tenido pareja conocida... ni estudios ni trabajo.

Mari Reme tiene tres hijos, de quince, doce y uno casi bebé, con tres añitos.

Durante la época infantil de sus hijos mayores, jamás se pasó por el colegio a pesar de los problemas que sus hijos han tenido y provocado en él. Varias llamadas de tutoría para hablar con la madre y una expulsión de una semana no consiguieron que se dignara a pisar el colegio. Los niños pasaron por él y sus profesores no llegaron a saber quien es.

Desde que Wendeling la conoce, nunca ha cruzado más de tres palabras con ella.. algún hola o adiós y poco más, cada vez que la veía en la terraza de la cafetería... desayunando por la mañana, tomándose el aperitivo al mediodía o un café después de comer o en el super, o en la peluquería... hasta hace un par de meses que...

- Hola.

- Buenas.

- Mira, se que no nos conocemos mucho, pero te he visto con tus hijas y he pensado que podrías hacerme un favor.

- Tú dirás.

- Verás, tus hijas van al colegio del barrio ¿no?

- Si.

- Es que mi peque empieza este año infantil y me preguntaba si podrías ayudarme a llevármelo.

- Vaya ¿tú no puedes hacerlo?

- Es que yo tengo depresión y me cuesta mucho subir esas escaleras que tiene...

- Ya. Pero es que mis hijas ya son mayores y van y vuelven ellas solas... yo ya no las acompaño.

- Ah... vale... ¿y no conoces a alguien que pudiera?

- Pues ahora mismo no caigo

- Bueno, a ver si encuentro a alguien que me ayude.

Y al parecer lo ha encontrado, hoy Wen ha visto a otra vecina con un hijo pequeño esperando a que ella llegara y le dejara al niño... poco después rauda y veloz, acudía a la cafetería a desayunar café y churros.