Y la vida sigue igual

Quizás una de las circunstancias que más rabia me ha dado, en la vida y sociedad que me ha tocado vivir, es la distinta vara de medir a hombres y mujeres ante hechos similares... y aunque poco a poco esa vara se va acortando... siguen sucediendo situaciones que vuelven a despertar mi rabia e incluso ganas de "ahostiar" a más de uno/a (hay imbéciles en ambos bandos de esta humanidad nuestra).

Hoy me he tropezado al ir a la oficina, con una antigua compañera de trabajo, de la época en que Wendeling era azafata de congresos... después de la sorpresa inicial (hacía más de diez años que no nos veíamos) decidimos tomar ese café juntas y ponernos al día... y a pesar de todo, la vida sigue igual....

Este encuentro ha conseguido que vuelva a recordar el modo en que esta compañera y yo nos conocimos y los hechos sucedidos después:

Diciembre de 1991, Wendeling trabaja en aquel momento con una conocidísima marca de cava ( y salvando el chiste fácil, que todos siempre me han comentado... no... no era burbujita)... una gran exposición de alimentación y un buen montón de chicas que compartimos trabajo esas navidades. Entre esas compañeras nuevas, está Sofía... Guapa, buen tipo, independiente, inteligente, simpática, divorciada sin hijos y algo mayor que la media de nosotras.

Tengo que aclarar que durante los trece años que trabajé como azafata de congresos, solo conocí a 3 hombres que realizaran el mismo trabajo, es decir, más del 99% éramos mujeres... era (y sospecho que sigue siendo) un trabajo eminentemente femenino.

Sofía destacó inmediatamente entre todas, su simpatía arrolladora, su labia fácil y su forma de encadilar a los futuros clientes, consiguió que en pocos días, un grupo de sus mismas compañeras, empezaran a crucificarla de antemano.

La envidia hizo que nos dividiéramos en dos grupos: las que apoyaban a Sofía y su independencia y las que, sin motivo aparente, encontraban cualquier motivo, para atacarla (desde su falda demasiado corta... obviando que era el uniforme impuesto, a su maquillaje excesivo o que se entretenía demasiado con los clientes masculinos, cuando era claramente al reves, los clientes masculinos no querían separarse de ella).

La casualidad hizo que fuera mi compañera más cercana dentro de la enorme sala de exposiciones... pasé un mes divertido, con ella al lado era difícil no sonreir o reir al más mínimo comentario suyo.

Desde la distancia del tiempo transcurrido, pienso que la "acusación" empezó a fraguarse días antes de que realmente sucedieran los hechos, ante una frase de Sofía: "Llevo dos años sin catar hombre y antes de fin de año, me toca... vaya si me toca..." Solo fue una frase dentro del contexto de la conversación sobre sus nulas relaciones con los hombres desde su divorcio. Pero después todos la recordaron (y se la recordaron) una y otra vez.

Fiesta del día de nochebuena, reunión de compañeros a la hora de la comida... a la que en el momento de los postres y la copa, se sumaron los jefes de muchas de nosotras. Más de una (y de dos... admito que yo también) habíamos bebido más de lo recomendable; las risas, los chistes fáciles, las desinhibiciones ante los jefes, estaban sobre la mesa.

En el momento en que yo me marchaba, deseando feliz navidad a todas, descubrí a Sofía y uno de los directores generales, un poco aparte y coqueteando descaradamente... los dos, tanto él como ella.

Principio del fin para Sofía.

A la vuelta del día de Navidad, me encontré con la bomba.

"Sofía era una puta".

Afirmación categórica, tan categórica que todos, tanto empleados como directivos, afirmaban.

Ni dos minutos después de fichar, ya me habían contado "la historia"... La fiesta se prologó hasta alta horas de la madrugada, Sofía y el "jefazo" se habían perdido al poco de mi marcha. Él volvió horas después a la fiesta, sin Sofía y contando lo buena que era en la cama.

Todos la dejaron de lado, cuando al volver el día 26 se encontró con "la recomendación" que abandonara su puesto de trabajo. Solo unas pocas compañeras la defendimos, pero no sirvió de nada... porque todo el mundo recordó y repitió su famosa frase de días antes.

Todas esas personas que acusaron abiertamente a Sofía, olvidaron que ella era una mujer libre, sin compromiso con nadie... olvidaron que la persona que realmente tenía un compromiso de fidelidad con su mujer (con la que llevaba casado unos pocos meses) era el "jefazo", olvidaron que quien iba contando la historia de cama, era él... incluso olvidaron preguntar a Sofía su versión de la histora.

Ante la misma situación, midieron con distinta vara a hombre y mujer. Él era un machote por ligarse a pedazo de mujer... ella era una puta por irse con un hombre casado... es más, incluso aparecieron "rumores" sobre por qué su marido la había abandonado.

Aunque oficialmente no fue un despido, sino una recomendación, Sofía solo soportó un par de días más en semejante ambiente de trabajo... la eché muchísimo de menos.

Nota: Por cierto, antes de irse le pregunté a ella sobre la verdad de la historia, me confirmó que si, que estuvieron en su casa pero que no llegaron a hacer nada, a él no le dio tiempo ni a quitarse el pantalón cuando ya había acabado y se sintió tan humillado, que se excusó y salió a escape, sin despedirse siquiera.