Lifting para rejuvenecer treinta años

Por fin llueve en Málaga, aunque solo hayan sido unas horas, pero lo ha hecho con ganas... lástima que se le hayan acabado las fuerzas durante el paso de la mañana.

Eso no ha impedido que Wendeling se haya realizado un maravilloso lifting, aunque no había pedido cita previa.

Lunes mañana, el tráfico en Málaga, como todos los lunes, se intensifica... pero si además de lunes, llueve... se convierte en insoportable... sobre todo si pierdes el autobús y tienes que esperar 42 minutos a la interperie... aunque hoy ha sido más divertido, al abrirse las nubes y decidir soltar todo el agua que llevaban.

El otoño por fin se decidió a pasar por Málaga, pero sin previo aviso: ropa veraniega y sandalias de tacón alto, para Wendeling... y sin paraguas, claro.

Por fin llega el autobús.

Un recorrido habitual de 12 minutos se convierte en 75. Soportando quejas, achuchones, pisotones... y si me faltaba un trocito de ropa seca, la señora que se encontraba detrás mía (pegadita, cual sardina en lata) se ha encargado de restregarme su paraguas por completo... ya que estamos, hay que ir conjuntados... mojadita por todos lados (aunque bien pensado, si hubiera sido un buen morenazo macizo quizas.... chisss... tranquila Wen que pueden leerte menores).

Y como no, después de esos interminables 75 minutos, al bajar del autobús, sigue lloviendo a base de bien.

Gotas cayendo desde mi flequillo a mis gafas... agua que no me deja ver, cosquillitas en el cuello cuando siento como el agua entra por dentro de mi ropa, pies muy mojados, divertidos ejercicios de patinaje artístico intentando no "desparramarme" en la mitad de calle Larios, tal y como me pasó el invierno pasado al cruzar "Alameda principal".

Y de pronto descubro que es imposible que me moje más de lo que estoy. Que es otoño, que están cayendo chuzos de punta, que no veo con mis gafas mojadas, que el agua gotea por mi nariz y siento la necesidad de reirme a carcajadas... porque me apetece ir pisando charcos.

Y durante unos minutos, a Wendeling se le han esfumado 30 años y solo ha tenido 8... ha pisoteado, incluso saltado sobre los charcos, salpicando a algunos intrépidos transeúntes que le miraban de reojo de mala manera. Wen se ha carcajeado, después de sacarle la lengua a una señora, que la miraba asustada (cualquiera sabe que ha llegado a pensar)... y ha llegado a la oficina, dejando un rastro de agua por el impoluto suelo de mármol... por completo feliz.

¡Qué bien sienta desprenderse de 30 años de vez en cuando!