viernes, 10 de diciembre de 2004

¡Pues vaya!

Como siempre, con prisa. Odio llegar tarde a cualquier cita. Ya sea el señor más interesante que he conocido o simplemente el jefe.

En el primer caso, porque me gusta centrarme, buscar y conocer el lugar donde hemos quedado, para encontrar una retirada digna si el asunto no llega a buen fin (ya sabéis, nada de comentarios jocosos o malos pensamientos), por lo que suelo llegar entre 10 y 15 minutos antes.

En el segundo caso, porque es una de las pocas formas en que puedo quedar por encima del jefe. Jamás me han pillado llegado tarde (hecho, que por otro lado, ha ocurrido ocasionalmente). Recuerdo la ocasión en que le dirigí una impresionante regañina a mi jefe por hacerme esperar media hora. Llegó a bajar la cabeza y pedirme perdón (¡joder! el subidón que autoestima que sentí en ese momento). ¿Su excusa? El tráfico. Mi respuest:a. Yo también había sufrido el mismo tráfico y sin embargo había sido capaz de llegar a la hora en que habíamos quedado.

El día que pretendía contaros antes de perderme en ese interesante recuerdo de mi jefe bajando la cabeza (jijiji... que mala soy...), precisamente ese día, si llegaba tarde al trabajo (no soy perfecta). Lo que quería decir, es que iba pensando en una excusa medio plausible y no me daba cuenta de con quien me iba tropezando por la calle, hasta que alguien, según parece, después de repetir mi nombre varias veces... terminó por cogerme de la mano y tirar hacia sí.

- ¿"Wendeling"? Eres tú ¿verdad?

Desconcierto, mirarle a la cara... intentar localizar su cara entre mis recuerdos... Nada, ni puñetera idea de quien es.

- Creo que si, que soy yo.

- ¡Vaya! Holaaaa!!!! ¡Cuánto tiempo!

Sigo mirándole, bastante desconcertada. Él está muy seguro de conocerme... pero ¿Quién c*** es?

El señor se da cuenta de mi desconcierto. Y después de sonreirme la consabida pregunta.

-¿No sabes quien soy?

- Pues claro que si

Sonrie.

- Menos mal, pensé que ya no te acordabas de mi

(¡Joder! ¿pero quién es?)

- ¿Sabes? hace 3 días que estuvimos mi hermana y yo hablando de los viejos tiempos y tú salistes en la conversación.

(¡¡¡Ostras!!! ¡¡¡Pero si es Rafael!!!) Si, era él. El primer chico del que me enamoré. Mi primer beso con pasión lo recibió él.

Hacía.... uhmmmm.... pues más años de los que quiero reconocer que no lo veía y ahora si me fijé más en él.

Rafael era un chico normalito, no muy alto, pero siempre fue más alto que yo.

Al Rafael de ahora le sacaba media cabeza. ¿Ha encogido con la edad?

Rafael era un chico muy delgado, casi un junco. Me entrétenía contándole las costillas cuando íbamos a la playa.

Al Rafael de ahora... no se como decirlo... está rebolondo. No la típica curvita de la felicidad, había pillado el balón entero.

Rafel era un chico muy orgulloso de su media melena y su pelo muy oscuro.

Al Rafael de ahora le quedan 4 pelitos en el cogote... me recordó a Homer Simpson, salvo que no los tenía en lo alto de la cabeza, sino en el cogote... unos cuantos pelitos muy simpáticos ellos.

Rafael era un chico sanote al que le encantaba practicar Judo, siempre andaba metidos en gimnasios o preparándose para algún campeonato.

Al Rafael de ahora, no se le veía un precisamente con aspecto de sano, aparte de unas indisimuladas venitas en su nariz y mejillas y cierto olorcillo que despedía su aliento a las 9 y media de la mañana.

-¿Las 9 y media? Llego tarde al trabajo.

- Espera, un segundo Wendeling, que hace mucho que no nos vemos. No te preocupes.

- Si no te importa, podemos seguir hablando mientras andamos, que entro a las 10 y todavía tengo que llegar a....

- Vale, voy contigo. NO tengo nada mejor que hacer. ¿Cómo estás? No hace falta que respondas. Sigues siendo la mujer más hermosa que he conocido.

- Gracias.

-¿Y qué es de tu vida? Mi hermana me contó que te habías casado y tenías un par de hijas muy guapas.

- Pues si...

Bueno, me comentó que acaba de separarse de su tercera mujer. Llevaba dos divorcios a cuestas y ahora se metía en su tercera separación. Que había acabado harto de Madrid y dejado su trabajo, por eso había vuelto a la ciudad. Ahora mismo no tenía sitio donde meterse, pero pensaba buscarse algo.... Y siguió hablando y hablando sobre él. Hasta que llegó el momento definitivo... Después de tocarme cierta parte determinada de mi "sobresaliente" anatomía. Me invitó a quedar esa misma noche para tomar una copa y recordar viejos tiempos. En ese momento reaccioné y me di cuenta a donde dirigía su mirada constantemente... no a mis ojos precisamente, o a mi cara. Y sentí asco de ese hombre. Provoqué la espantá y salí a escape.

A Rafael, el chico que consiguió que yo diera mi primer beso, siempre lo seguiré recordando con mucho cariño y dulzura.

Al Rafael de ahora, lo siento, pero me provocó asco; por su dejadez, por su forma de comportarse conmigo esa mañana, por su olor a esa hora.

Consiguió mi número de teléfono y lleva varias semanas llamándome, intentándome convencer que lo pasaremos muy bien juntos, como cuando éramos niños. Estoy a punto de informarle que la Wendeling de Ahora no es la misma Wendeling de hace 20 años. O quizás sea mejor decirle que tengo un novio mafioso. Ya veré que decido antes de solicitar cambio de número en telefónica.

1 comentario:

Wendeling dijo...

Comentario:
Lo del novio mafioso debe funcionar por narices.

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SegFault
SegFault 12 Diciembre, Domingo 01:49

Comentario:
La edad hace estragos... no cambies de móvil... que se canse y se gaste el dinero. Qué descarado no con lo de la mirada? NO me extraña que esté divorciado 2 para 3 veces :S
Besillos
Monty 12 Diciembre, Domingo 01:25