lunes, 10 de octubre de 2011

Me lo birlaron...

Tuve mi primer teléfono móvil de rebote y sin esperarlo.

Durante un tiempo me negué a estar siempre "disponible y localizable". La verdad es que no era muy complicado encontrarme, mis hijas eran pequeñas y había decidido cuidarlas por mi misma y aparcar una temporada mi trabajo. Así que durante unos años me comporté como una ama de casa y mamá normal. Cuidar a las peques, hacer la compra, las tareas de casa, la comida y por las tardes salir con las leonas al parque.

Los móviles empezaron a formar parte de la vida de mis amigas/conocidas. Me llamaba la atención que la primera razón que daban ellas para usarlos era el estar siempre localizables por si pasaba algo.

"¿Pasar algo? ¿Un aparatito iba a impedir o cambiar el que pasara algo?"

Así que durante unos años me resistí a ser una más.

Un buen día, el por entonces mi marido, que si usaba teléfono móvil por su trabajo, decidió contratar otro número más con otra compañía, que puso a mi nombre. Consiguió un aparatito más moderno y me dio el cambiazo. Yo me quedé con el gran ladrillo (corría el años 98) y él, el por entonces más moderno. Me vendió la vaca (perdón, el teléfono móvil) para que pudiera ponerme en contacto con él enseguida si a las peques les ocurría algo...

"Ejem... pero por su trabajo si a las peques les ocurre algo, llámese accidente o enfermedad imprevista, es complicado que él dejara lo que estuviera haciendo para acudir enseguida. Me va a tocar a mi actuar, a pesar del teléfonito de marras. Aunque la verdad sea dicha, al menos sabré que cuento con su apoyo"

Años más tarde, cuando nos separamos, me devolvió mi número, el que estaba a mi nombre y él volvió a contratar con otra compañía. Durante un buen montón de tiempo tuve que contestar llamadas en que le buscaban, ya fuera trabajo o amigos y pasar la vergüenza de explicar que ese era mi número y que me era complicado pasar el recado.

Volví a mundo laboral y ahora si, empecé a usar con frecuencia el teléfono por razón de trabajo. Me era más fácil desconectar si apagaba el aparatito y dejar el teléfono de casa sólo para la familia y amigos.

Después empecé a usarlo no solo para llamadas o sms, sino también como reloj, despertador, incluso agenda, radio, escuchar música. Poco a poco y sin darme cuenta se instaló en mi vida y eso que durante mucho tiempo me resistí a ello.

Y no me he dado cuenta de lo que lo necesito hasta este fin de semana pasado, cuando despareció por arte de magia (o del chorizo de turno) de mi bolso. Al salir del metro, entre el barullo de personas, tuve una sensación extraña que me hizo mirar el bolso, encontrármelo abierto y sin mi terminal de teléfono. Durante estos días he notado la falta de mi reloj, de mi despertador, de ponerme en contacto con mis hijas al estar de viaje, no recuerdo de memoria sus números de teléfono, ni el de mi madre, ni el de mi hermano al que no he podido felicitar por su cumpleaños justo hoy. He perdido mis contactos de amigos, mis clientes del trabajo...

Me parece mentira, con todo lo que me resistí, darme cuenta de cuanto he echado en falta un simple aparatito electrónico y como se ha instalado en mi vida.


5 comentarios:

Zana dijo...

Pues sí que me sorprende, Mami.

Yo intento hacer las copias de seguridad oportunidas para no echarlo en falta como bien dices.

Justamente hoy me lo he olvidado en casa y exceptuando el hecho de que mi chico no quiere llamarme al trabajo y en caso de necesidad me da un toque, me siento normal y contenta.

Maireen dijo...

Yo sigo viviendo sin móvil. Tengo uno extremadamente básico (tanto, que sólo vale 19 euros) que no tiene más que llamadas y mensajes. Sólo llevo el móvil encima (pero apagado) porque salgo a carretera todos los días. Me puedo pasar dos meses sin utilizarlo ni una sola vez. Por supuesto, no tengo contrato, uso tarjeta.

Me niego a estar localizable en todo momento. Mi número sólo lo tiene mi madre, pero si quiere localizarme en el trabajo, sabe que tiene que llamarme a un fijo, donde me darán el recado en el momento... o no (depende de la urgencia del caso; no puedo interrumpir una clase para hablar con nadie).

Y soy feliz.

Amaranta dijo...

Yo es que creo que las nuevas tecnologías se instalan en nuestra vida porque es una memez renunciar a ellas. Una no necesita el teléfono móvil para estar localizable, una necesita el teléfono móvil para localizar lo que le interesa, que es muy diferente. Cuando no quiero contestar con no sacar el móvil del bolso ni me entero de que me están llamando.

Sigo sabiendo de memoria los teléfonos, incluso móviles de la gente que me interesa, mi hija, mi madre, mis jefes, mis amigos y los que yo considere pertinentes. Si mi móvil desapareciera tampoco creo que me causara tanto estropicio. Y sigo teniendo los teléfonos en una agenda, además de la que incluyen los móviles.

A mi es que nunca se me ha pasado por la cabeza eso de no tener esto o aquello por ser diferente al resto, lo que quiero si puedo tenerlo lo compro y si no tan contentos, será que no hay cosas en la vida que nos perdemos como para resistirse por pura diferenciación.

Ahh y no necesito despertador para levantarme, soy un reloj y todos los días abro los ojos a la misma hora, a eso de las siete de la mañana, de hecho cuando suena el móvil ( a las siete y media) yo ya estoy levantada.

synn dijo...

Yo estoy teniendo problemas con mi móvil y tuve que formatearlo, así que perdí todos los contactos y entradas de la agenda. Ahora tengo el móvil limpito y casi no lo uso, sólo para cuando me llama mi chico, o tiene que llamar él a alguien (porque tengo una tarifa plana de llamadas y ni la uso...)

María Goretti dijo...

Me sorprende leer algunos comentario, de como pueden vivir sin movil. Y es que, para mi, si no tengo mi telefono es como si me faltara una mano!!!
Si ya se, con sus grandes desventajas, soy una dependiente sin remedio de la tecnologia :(