domingo, 3 de abril de 2011

3 de abril

3 de abril de 1995.

El dolor te rompe el corazón, te rasga la garganta. Hace añicos tus sueños.
El dolor te vuelve egoista y destroza tu alma.

3 de abril de 2011.

El dolor sigue ahí, sólo el tiempo matiza tu egoismo.
El dolor sigue haciendo daño, pero al menos has sido capaz de seguir viviendo y encontrar nuevos sueños.

Y soy incapaz de no pensar como sería ahora, con 16 años.

2 comentarios:

Lara dijo...

Pero tú lo has dicho, has sido capaz de vivir.
Muuuuacksss!!!

Amaranta dijo...

Genéticamente hablando el instinto de supervivencia del ser humano nos hace capaces de superar las adversidades que vamos encontrando en la vida. Siempre me ha parecido curioso, con esto del tema de superar en vida a los hijos, como nuestras abuelas siempre tenían en su haber más de hijo muertos en su historia personal. Y supongo que en generaciones todavía más anteriores las cifras de estos hijos muertos era bastante superior. Sin embargo no era un hecho que marquese su existencia.

Quiero decir que la normalidad dentro de unas generaciones donde la mortalidad infantil era bastante más elevada que hoy en día era asumida sin más. Otra cosa distinta era cómo se superaba la muerte del marido. Por esa circunstancia sí que se "enterraban en vida".

Sin embargo hoy en día la vida le ha dado la vuelta a la tortilla. Vivimos un mundo donde la mortalidad infantil es muy baja y la muerte de un hijo es algo bastante más trágico socialmente de lo que era antes. En compensación la viudez no es algo que trascoque la vida de una manera tan radical como les ocurría a nuestras abuelas.

La muerte además de algo natural para la que estamos perfectamente dotados para aceptar y superar la de los demás, se ha revestido de un protocolo social mucho más intransigente que el natural.

Aclaro que con esto no menosprecio tus sentimientos, ni dudo de ellos. No obstante "las depresiones" clínicas, a veces son el resultado de que nos obstinamos en recrearnos en el dolor en vez de sacar fuerzas para del instinto de supervivencia al que a veces matamos de tanto desuso.

Me alego que hayas conseguido sacar esas fuerzas por fin.