lunes, 16 de agosto de 2010

De vuelta a los recuerdos

Que el tiempo es relativo lo asumí en el momento que me descubrí mirándome en el espejo el día de mi 40 cumpleaños... yo me vi exactamente igual que el día que cumplí los 25... era la misma mujer a mi vista. La misma tan distinta y tan igual... que sí, que vale, que tenía un montón de kg de peso más, que habían unos cientos de canas y unas cuantas arrugas. Que la piel alrededor de los ojos no estaba tan tersa. Que había cicatrices, algunas incluso pendientes de curar. Pero yo me sentí la misma mujer.

Cumplía cuarenta, ya era una cuarentona (o cuarentonta como algunos dicen) pero con ilusión por el futuro, ese futuro por vivir y desde entonces ya han pasado tres años... ya cumplí los 43 cuando este fin de semana regresé a mi pueblo.

Llevaba bastantes años queriendo volver, pero no por compromisos familiares varios (bodas, comuniones, fallecimientos...), sino volver para revivir recuerdos dando un paseo. Quería comprobar los cambios de los que me hablaban, quería saber si todavía seguían en su sitios esos lugares que forman parte de mis experiencias infantiles. Quería saber si mis sentimientos hacía ese lugar seguían tan vivos como cuando era niña, adolestente, joven... Aunque me resistía sin saber la razón exacta.

Pero este fin de semana Monty me pilló la palabra. Le había hablado tanto del lugar, había leído de mis recuerdos de allí que me pidió conocerlo. Así que al final, casi sin programarlo, nos encontramos bajando del bus.

Dos días y una noche (calurosa, muy calurosa por cierto) tan completos de recuerdos que sigo temblando. Han pasado 33 años desde que dejé de vivir allí. Y 22 años desde que volver cada vacaciones o fin de semana dejó de ser habitual. Los últimos 15 años solo acudí una docena de veces por compromisos familares y por unas horas. Por lo que este fin de semana ha sido excepcional. Los recuerdos me han hecho temblar, han acudido en tropel paseando por las calles, visitando a la familia y lo más excepcional de todo ha sido que he podido compartirlos de palabra, con mi familia: con mis hijas al lado y con Monty de la mano.

Tantos años después, es el mismo lugar... tan cambiado pero en el fondo sigue siendo mi patria chica, exactamente la misma aunque la población se haya duplicado, aunque se haya degradado urbanísticamente por culpa del polítiquillo corrupto de turno. El mismo lugar con la casa del fantasma sin tejado, con el árbol del que no pude bajarme desaparecido, con el muro en el que me estrellé cambiado por una alambrada... El mismo lugar con una plaza de la iglesia ampliada, con una iglesia al fin restaurada y con ganas de vivir 500 años más... con su estación del tranvia convertido en parque infantil (eso si, sin tranvia)...

Me he reencontrado con tantos recuerdos y sentimientos todavía agolpados en mi mente que se ha instalado la idea de volver en un futuro lejano.

Volver para quedarme.

3 comentarios:

Lara dijo...

Volver para quedarte.... pues si eso es lo que deseas adelante, yo no me lo pensaría dos veces.
Muuuuuuuuuuuuuacks!

Anónimo dijo...

Yo todavía estoy en el ir a visitarle cada vacaciones y puentes... jejeje.

A ver si un día me escapo para verte a tí.

Si fuera a Alemania, creo que me sentiría exactamente como tú.

Mithrand dijo...

Me da miedo tener que hacerlo dentro de muchos años, sin las personas que hacen el lugar lo que es...

Por cierto, olvídate de años, arrugas y kilos y vive el momento. ¡Leñe!