lunes, 17 de septiembre de 2007

Tocayas

Pepe estaba en la puerta de casa esperándola. No se había olvidado de ella, es más, venía a convencerla que se fuera con él a España y para ello sólo tenía diez días.

No hicieron falta. Unas horas más tarde, él ya le había contado que había aceptado seguir trabajando en el hotel, había alquilado un pequeño apartamento, seguiría estudiando por la noche y quería estar con ella, hasta el punto de quedarse en Finlandia si Moira no volvía a España con él.

Cuando pasaron los diez días, eran dos personas las que volvían, aunque con lágrimas de despedida de esos niños y de la familia a los que tanto había llegado a querer, pero si había viajado tantos kilómetros hasta el norte de Europa por un futuro, unos miles más por un amor ya no le suponían tanto esfuerzo.

En España las cosas no fueron fáciles al principio, bueno... ni después. La familia de él, especialmente su madre, no le gustó nada que dejara aparcada la carrera por ella. Le costó encontrar trabajo, porque Moira no tenía estudios... Y seis meses después se le había acabado su permiso de estancia por vacaciones ¿Qué hacer?

Tal vez volver a Chile y desde allí intentar conseguir documentación, pero eso supondría mucho dinero que ya no tenían y meses hasta la vuelta, así que se descartó automáticamente.

- ¿Por qué no nos casamos?

La propuesta vino de Pepe y aunque Moira la tenía en la cabeza, no quería obligarlo, aceptó al escucharla.

Segundo problema importante, su suegra, su familia se opuso frontalmente a esa boda con una morena como ella, sin papeles, sin documentación, sin dinero, sin familia. Asumieron sin conocerla y sin prácticamente conocer a su hijo, que ella se casaba por interés, por conseguir su dinero y su legalidad en el país.

Pero la boda siguió adelante, a pesar de las palabras de la madre de él:

- Que sepas que mi hijo te está haciendo un favor, pero yo soy su madre y a ti te acaba de conocer. Me tienes que dar las gracias por permitir todo esto. El día que me diga que se acabó, haré todo lo posible porque te manden a tu país sin una mísera peseta de mi hijo.

Y se equivocó. Fue una boda por amor, aunque fuera el primer amor de ambos y tuvo sus frutos. Dos años después nació Laura, una preciosa niña de pelo negrísimo y los ojazos de su madre, aunque de piel clara. Cinco años más tarde llegó Paquito, moreno y claramente hijo de su madre, pero con la sonrisa pícara de su padre.

Moira había encontrado su destino, no donde ella pensó que estuviera, como suele ocurrir, pero como cualquier familia, con sus más y sus menos, eran felices... son felices.








- ¡¡Wen!! ¡¡Wen!!

- Ah, hola Moira. ¿Te vienes al parque conmigo?

Moira asiente mientras llega a la altura de Wendeling, empujando el cochecito con el pequeño y travieso Paquito que va tirando juguetes por el borde, como un Hansel moderno, para encontrar el camino de vuelta a casa. Laura detrás, saltando a la comba sigue el camino de su madre.

- Tengo que enseñarte algo.

Abre su monedero y saca un DNI, su propio DNI, con su fotografía y sus datos.

- Ya soy española.

Wendeling mira los ojos de su amiga. Es la primera vez que ve ilusión en unos ojos al decirse española y tienen que ser los ojos de alguien que no nació en el país. Ocho años viviendo en España, casada con un español y con dos hijos españoles, le ha costado conseguir la nacionalidad.

Pero Wendeling se sorprende al mirar el documento, al lado de nombre no aparece Moira, sino María Wendeling.

¡¡Son tocayas!!

- Oye, ¿no te llamas Moira? te llamas igual que yo ¿cómo no me lo has dicho nunca?

- Estoy tan acostumbrada en ser Moira, que realmente nunca pienso en mi con Wendeling.

- ¿De donde te viene Moira entonces?

- Mi madre se llamaba Moira, cuando yo nací, todo el mundo empezó a llamarme la pequeña Moira, porque me parecía muchísimo a ella, al final terminé por quedarme con ese nombre, no recuerdo nunca que alguien me llamara Wen, solo los profesores cuando entré en el colegio.

Moira y Wendeling se quedan en silencio, cada uno observando a sus respectivos retoños, como juegan en el parque.

- Nos iremos a Chile un mes, en vacaciones, para Navidad, allí es verano. Mi padre va a cumplir noventa y cuatro años y me gustaría que conociera a sus nietos españoles... aunque ya tiene tataranietos ¿sabes?



¿Continuará?

1 comentario:

Wendeling dijo...

Comentario:
Es preciosa la historia, preciosa. Me ha encantado :)

Besos
Nanny-Ogg 20 Septiembre, Jueves 18:41 (Correo) (Web)

Comentario:
qué buen sabor de boca
Faboo 20 Septiembre, Jueves 11:43 (Web)

Comentario:
Y con todas las dudas que tengo leo esto y me hace dudar más.

¿Por qué me complico tanto la vida?

Ya estoy de vuelta.

Un besazo.
abeja-maya 18 Septiembre, Martes 22:23 (Web)

Comentario:


Qué es eso de dejar la miel en los labios ehhhhhhh? joe me voy unas semanas y has escrito más que la biblia en verso.

No hagas sufrir a tus lectores so malaje.

Bicos

Álex 18 Septiembre, Martes 15:37 (Web)

Comentario:
Historias así hacen que la vida merezca la pena

Anele 18 Septiembre, Martes 12:54 (Correo) (Web)

Comentario:
y deseo que continue por muchos años más
Eva 18 Septiembre, Martes 11:59

Comentario:
Jajaja, Arzella, me refiero a que Moira está viva, su vida seguirá, pero por ahora, no voy a contar más.

Gracias por los comentarios y besos.
Wendeling 17 Septiembre, Lunes 23:54 (Web)

Comentario:
Muy bonita, sí. Ojalá desaparecieran las nacionalidades. Un beso.
miroslav panciutti 17 Septiembre, Lunes 23:53 (Web)

Comentario:
Ayyy esto nunca acaba...:) aunq por ahora va bien, no nos des sustos....
Arzella 17 Septiembre, Lunes 23:50 (Web)

Comentario:
Que historia más bonita cariño..
Claro que continuará.. pero te gusta hacernos "de sufrir" :-P
Zarem 17 Septiembre, Lunes 14:54 (Correo) (Web)