jueves, 19 de abril de 2007

Hermanos pequeños

Cuando Joaquín tenía seis años su madre decidió darle de regalos dos hermanos más.

Gemelos.

Joaquín ya era el hermano mayor desde hacía un par de años, pero ahora llegaban dos de golpe y no tuvo más remedio que echar una mano en casa. Por la mañana tenía que ayudar a vestirse a su hermano mediano, mientras su madre se ocupaba de los pequeños. Después, pizarrín, pluma y enciclopedia y listo para ir al colegio durante unas horas.

El mejor momento del día. Allí se reunía con su amigo del alma, Manolo y su pesada hermana Pili, a quien solían hacer enfadar con distintas gamberradas, desde mojarles las trenzas en el tintero, a tirarle piedras o meterle lagartijas por la espalda...

Después, de vuelta a casa, siempre había alguna tarea pendiente, aunque su abuelo le echaba una mano, reclamándolo y así terminaba jugando con los amigos, recorriendo los campos o jugando al futbol mientras se suponía hacía algún encargo para él.

Por navidad, sus hermanos gemelos tenían ya diez meses. Ese año sorprendentemente recibieron juguetes para reyes. A él y su hermano mediano, les trajeron una maravillosa pelota para jugar al futbol. A los pequeños, unos bueyes de cartón, que arrastraban un carro unido a una yunta.

Ese día fue uno de los mejores de la infancia de Joaquín. Jugaron durante horas con la pelota... lástima que al día siguiente la perdieran y recibieran un buen castigo por ello.



Los gemelos han cumplido un año, como regalo, les han vuelto a dejar jugar con su juguete. Juegan los cuatro juntos. En un momento determinado Joaquín no puede evitar tener celos... ellos lo tienen todo, la atención de su madre, su juguete y no les castigan si rompen los zapatos o no ayudan en casa.

- Los bueyes llevan todo el día tirando del carro. Mira como lo cargais ¿no os da pena?

Los niños miran a su hermano mayor. Creen ciegamente en él, nunca les ha hecho daño y siempre les ayuda a vestirse. Así que lo miran, esperando que hacer para ayudar a los bueyes.

- Tienen hambre y sed. ¿Por qué no les dais un poco de agua?

Y ahí van los dos pequeños, gateando, hacía un cubo de agua que la madre llenó en la fuente por la mañana... y les dan de beber...

El juguete se empapó de agua y los bueyes de cartón perdieron su forma original.

Joaquín recordó milagrosamente que su abuelo le había dicho esa mañana que tenía una tarea para él y desapareció. Aunque eso no le libró de un gran castigo cuando llegó por la noche a casa. No por que el juguete se estropeara, sus padres nunca supieron que había sido idea suya, sino por dejar a sus hermanos llorando e irse.


Nota: meses despues, en el siguiente día de reyes, recibió milagrosamente otra pelota para jugar. Joaquín siempre sospechó que era la misma que se había perdido el año anterior. Aunque nunca consiguió comprobarlo.

1 comentario:

Wendeling dijo...

Comentario:
Yo tengo un hermano, pero nos llevamos muy poco y nunca fui consciente de que llegó un hermano nuevo.

Además, nuestros gustos para los juguetes eran tan distintos que ninguno de los suyos me suscitó jamás el menor interés. Menos mal, porque por otras cosas sí nos peleábamos.
Kotinussa 20 Abril, Viernes 16:22 (Correo) (Web)

Comentario:
Yo creo que los celos son inevitables, de mayores los controlamos mas, pero los peques...lo dicho: inevitable
lois lain 20 Abril, Viernes 11:42 (Correo) (Web)

Comentario:

Yo como nunca tuve hermanos...
Álex 20 Abril, Viernes 00:36