Wendeling lleva tres meses trabajando en Marbella. Corre el año 87... un año en el que la autovia de la Costa del Sol está en pleno proceso de... de... "de". Porque pasan los meses y no terminan las obras. Atascos continuos que la obligan darse unos madrugones de escándalo para conseguir llegar a una hora decente al trabajo. Una ruta que puede hacerse en cuarenta y cinco minutos, ha pasado a convertirse en tres horas, en las que al menos aprovecha para devorar esos libros que a ella le gustan atrincherada en los estrechos asientos del bus que cubre la ruta Málaga-Marbella.
Tres meses en los que ha podido ahorrarse un buen pellizquito con las dietas de su sueldo. Tres meses alimentándose con un bocadillo y un refresco (porque comer en Marbella puede suponerle, no ya las mil doscientas pesetas que le dan para comer, sino hasta parte de su sueldo si se le ocurre siquiera mirar una ventana de un restaurante). Tres meses en los que ha conocido a más famosos y gente guapa de los que conocerá el resto de su vida. Tres meses en los que ha aprovechado, las cuatro horas de descanso entre su jornada laboral partida, para lucir sus pecas en la playa. Tres meses en los que ha pasado hasta dieciseis horas diarias fuera de su casa, para poder cubrir las simples siete horas diarias de trabajo, de lunes a sábado.
Wendeling no se queja, está realizando un trabajo que realmente le gusta. Conociendo a unos especímenes humanos, con los que habitualmente no podría relacionarse... por los que muchas personas de su entorno hasta darían dinero para sentirse cerca de ellos y a Wen encima le pagan un buen sueldo.
Pero el verano llega a su fin y el trabajo en Marbella también, para la campaña de invierno la trasladarán a la capital. Así que el último día en la ciudad, con sus compañeras, deciden tirar la casa por la ventana. Ese día piensan comer en el restaurante de "alto standing" que está justo delante, por el que durante tres meses han pasado a diario, haciéndole la boca agua ante los suculentos olores que salían de esa cocina. Es caro, muy caro, pero no les importa... para algo han ahorrado durante tres meses.
Ese último día de trabajo comerán junto a "famosos", "famosillos" y "famosetes" que viven, se reproducen y sobre todo pululan el verano marbellí.
Llega el momento y las seis compañeras se deciden. Se paran delante de la entrada y finalmente es ella la que abre la puerta y pasa en primer lugar.
Segundo obstáculo, un maitre muy estirado les pregunta, mirándolas su uniforme igual y su pequeña insignia de la empresa que representan:
- ¿Las señoritas han realizado reserva?
Todas se quedan cortadas, no habían caído en que necesitarían haber llamado con antelación... todas no... Wen si lo había previsto y había llamado unos días antes.
- Si, somos las chicas de F. Llamé la semana pasada - habla con voz muy bajita, algo cohibida.
- ¿Perdón? ¿decía usted?
- Que si he realizado la reserva. Acaban de llegar las chicas de F. Mesa para seis por favor.
Mira su carpeta, asiente, las mira y el maitre intenta hacer el chiste que llevan escuchando desde hace años y que ya a ninguna les hace gracia:
- ¡Ah! las burbujitas de F. Por aquí por favor.
Sandra está a punto de soltar una barbaridad, pero Bárbara la conoce y le agarra el codo. Allí van, dispuestas a gastarse el sueldo de una semana en una comida con la Jetset.
Justo después de sentarse llegan las miraditas a las personas de alrededor...
- Mira, aquel de allí no es el actor de la serie...
- Sí, creo que si, pero está medio calvo.
- Oye, y la rubia con el pelo en la cara... pero que arrugada se ve. Como se nota que ahora sólo está comiendo y no está de fiesta y no hay fotógrafos cerca.
- Ya estamos... mirad, llega otro pingüino con las cartas.
Tercer obstáculo: ¿Y ahora que pedían sin parecer muy catetas?
Después de dar varias vueltas a la carta, Wen se decide por unos huevos a la flamenca, con eso, agua para beber y un café, quizás no se gaste tanto dinero... Ha estado haciendo cuentas mentalmente y le está doliendo el bolsillo. Allí cobran hasta por la sonrisa del camarero, si es que llega a sonreir.
Al principio, después de pedir, todas guardan silencio. Miran alrededor suyo e intentan descubrir palabras y conversaciones en el murmullo que se escucha dentro del restaurante... pero poco a poco terminan por olvidarse donde están. Empiezan las conversaciones, las anécdotas del verano... al fin y al cabo, es su último día juntas para algunas de ellas, aunque otras seguro que volverán a coincidir en la próxima campaña. Sin darse cuenta, suben su volumen de voz... tanto que cuando les sirven las bebidas, el maitre las mira con los labios apretados y llega a comentar que puede enseñarnos el distinto uso de la más de media docena de cubiertos que tienen ante ellas.
Por fin, antes de que Bárbara vuelva a callarla, Sandra consigue responderle:
- No es necesario, pienso comer con los dedos.
Ante la respuesta, todas se quedan en silencio. Se sienten como niñas de colegio al que el maestro acaba de llamar la atención. Cuando el maitre se marcha, aguantan la risa nerviosa estoicamente y son ellas las que intentan hacer ver a Sandra que el lugar... y el precio... merece un mínimo de comportamiento.
- Pero... pero... ¿es qué no os habéis dado cuenta de la mirada de desprecio que nos ha echado?
- No digas tonterías, somos clientes y vamos a pagar.
Sandra guarda silencio, pero no está muy conforme con el trato despectivo que según ella, están recibiendo.
Llega la comida. Los huevos a la flamenca que todas, al final, habían pedido.
Intentan empezar a comer cuando Sandra vuelve, con su volumen de voz, a interrumpir.
- ¡Camarero! ¡Camarero! ¡Esto no es lo que hemos pedido!
El restaurante, con todos sus comensales, se queda en silencio. Las miran. Wen siente que les están apareciendo colores en su mejillas... justamente el rojo, el más llamativo. Piensa que ya podía ser naranja, o azul... un color más apagadito.
- ¡Sandra! ¡Por favor! Cómete los huevos y guarda silencio.
- ¿Por qué me tengo que callar? Yo no pienso pagar por algo que no he pedido... ¡¡¡CAMARERO!!! ¿Dónde están mis huevos a la flamenca?
Llega el maitre, con pasitos acelerados, hasta la altura de su mesa.
- Perdone señorita. ¿Sucede algo? ¿no está como usted lo ha pedido?
- ¿Qué si sucede? ¿Qué si sucede algo? Pues que en este restaurante de mala muerte me quieren engañar.
Al escuchar esas palabras, todas miran furibundas a Sandra. Wendeling quiere que la tierra se la trague. Vaya vergüenza le está haciendo pasar Sandra y no entiende la razón. Los huevos tienen buena pinta, ella tiene hambre y a pesar de que les cobrarán el sueldo del día y algo más por un huevo en una cazuelita de barro, no le importa tanto como el mal rato que está pasando.
- ¿Engañar? Por favor ¿puede bajar la voz? Disculpeme señorita, pero creo que usted pidió huevos a la flamenca.
- Sí... y ¡esto no son huevos a la flamenca! - mientras señala con su mano la cazuelita de barro.
-¿Perdón? Claro que son huevos a la flamenca.
- No... no... ¡NONONONO! Le estoy diciendo que usted me quiere engañar, esto no son huevos a la flamenca.
Wendeling mira de reojo a los otros clientes del restaurante, todos están en silencio observando la trifulca que tiene Sandra con el pobre señor, que intenta convencerla que eso es lo que ha pedido y que baje la voz, mientras la chica sigue subiendo su volumen.
- Le he dicho que no son huevos a la flamenca y es que no... si lo sabré yo... ¡qué soy andaluza muy señor mío! y esto no son huevos a la flamenca... ¡qué le estoy diciendo que no!
- ¿Y que entiende usted por huevos a la flamenca?
- Pues a ver,... unos huevos a los que les toque las palmas y arranquen a cantar...
Ante la salida de Sandra, sus compañeras no pudieron, ni intentaron siquiera, evitar la carcajada. En breves segundos aquel restaurante se convirtió en un gallinero en que todas reían a carcajada limpia. Se saltaron lágrimas, se arrastraron sillas, se contagió incluso al actor aquel, casi calvo, que protagonizaba una novela en televisión. Finalmente llegó el jefe de cocina, que amablemente las invitó a abandonar su establecimiento.
Al final, ya en la calle, siguieron riendo, sin parar. Aquel día no comieron huevos a la flamenca en restaurante de tres tenedores, ni siquiera un triste bocadillo, sólo un café a última hora, casi despidiéndose unas de otras. Pero ninguna de ellas olvidó la cara que puso aquel pingüino tan estirado cuando Sandra explicó que pedía ella a unos huevos a la flamenca.
3 comentarios:
Comentario:
jajajaja
Muy bien narrada la anécdota .... casi lloro de la risa
Besos
dragonfly 15 Marzo, Miércoles 19:24 (Correo) (Web)
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Te leí en el curro y a penas me podía aguantar, eso sí, tampoco podía parar de leer, qué compromiso¡ jajajajajaja
Me recordaste a un amigo que hizo algo parecido en un sitio así por el careto del maitre estirado, pidió huevos fritos con patatas, yo me quería morir de la risa... al ver la cara que se le puso... perdón??? que quiero unos huevos fritos con patatas¡ ho la lá... pabernos matao¡¡ jajajajajaja
Malamala 15 Marzo, Miércoles 01:29 (Web)
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JAJAJAJAJAJA, me has alegrado la noche. Gracias resalada aunque dulce maia.
Besos
Fray Barriga 15 Marzo, Miércoles 00:26 (Correo) (Web)
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Y olé!
Saludos escandinavos
Telmo 14 Marzo, Martes 22:13 (Correo) (Web)
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hola...
tiene huevos la cosa jajajja
besos
Donosito 14 Marzo, Martes 19:44 (Web)
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Aunque una no sea capaz de hacer esas cosas, siempre se agradece que en el grupo haya alguien con la suficiente desenvoltura para tener una salida así.
Y seguro que peores cosas habrá oído el maitre pedante de los famosos y famosillos que van a ese local.
Kotinussa 14 Marzo, Martes 19:11 (Correo) (Web)
Comentario:
A eso se le llama "echarle güevos con salero"
un tal Javi 14 Marzo, Martes 18:39 (Web)
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Puestas a liarla y trabajando donde trabajábais hasta la fecha, casi que crear ahí una leyenda urbna sobre la elaboración de la série selecta del cava... naaa, mucho mejor lo de los huevos.
Menos mal que estoy solo en el trabajo, he soltado hasta una carcajada!!
Besos
Dragoncete 14 Marzo, Martes 17:32 (Correo) (Web)
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^__^
Justamente algo así es lo que muchos nos hemos quedado en más de una ocasión con las ganas de hacer y decir en estos lugares a los que por un motivo u otro vas a parar y te sientes tan fuera de lugar, y además te tratan como al último mono...
Genial, aunque creo que yo no hubiera sido capaz de echarle todo ese morro. Bien por tu amiga.
Besos.
Cris 14 Marzo, Martes 17:23 (Web)
Comentario:
me acaba de hacer pasar usted un mal rato, que lo sepa. joer, que tenía al jefe de la banda delante y yo a punto de reventar de la risa.
besos,
aguardentero 14 Marzo, Martes 17:22
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No Sibel, nos echaron del restaurante antes de comer, pero tampoco pagamos, claro. Eso si, durante horas no pudimos parar de reir... cada vez que nos calmábamos, alguien tocaba las palmas y otra soltaba ...¡ele! ¡asa!... y nuevo ataque de risa.
Besos a todos y gracias por vuestros comentarios.
Wendeling 14 Marzo, Martes 15:00 (Web)
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Que bueno! Y que lujazooo. ¿pero al final os los comisteis? O no y los tuvisteis que pagar?
Me reido mucho, pero que subidon, no? Tierra tragameee.
Un besito
Sibel 14 Marzo, Martes 14:51 (Web)
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jajajaja!!! que buena tu amiga!!! yo tengo una amiga que seguro que habría hecho lo mismo en esa situación... jajaja
un besote wen!
mixizar 14 Marzo, Martes 14:40 (Web)
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Voy a tomar nota y cuando haga los huevos a la flamenca te invito a probarlos, sin duda, y no vengas sin tu compi, por favor.
Un besazo
Franfri 14 Marzo, Martes 13:10 (Correo) (Web)
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Lecciones gratuitas de humandidad y sencillez a estirados. Muy bueno, jajaja. Besos.
Anawin 14 Marzo, Martes 12:19 (Web)
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Jajajjaa...cosas como esas no se pueden olvidar en la vida..
Besitos.
Valentina 14 Marzo, Martes 11:05 (Web)
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si señor, asi se hacen las cosas, con un par y los feos que no miren Olé....
anamen 14 Marzo, Martes 10:58 (Web)
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Ja,ja, ja que bueno. Hizo bien en contestarle, aunque os echaran. Odio eso de que te miren por encima del hombro porque no piensan que debes estar allí. Yo hubiese pedido el libro de reclamaciones y todo.
Lindalawen 14 Marzo, Martes 10:15 (Web)
Comentario:
Y es una respuesta válida xDDD
Anazia 14 Marzo, Martes 09:26 (Web)
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:-))))))))
Nicolás 14 Marzo, Martes 09:12 (Correo) (Web)
Comentario:
La virgen. Cuanto me he reído metiéndome en tan estresante pero divertida situación. No, si al final sí que os lo pasásteis bien en vuestro último día juntas. Además, no os dejásteis el sueldo de ese día. Por cierto, Wen, ¿sigues trabajando/viviendo en Málaga?
Besitos y feliz día
Franfri 14 Marzo, Martes 08:24 (Correo) (Web)
Comentario:
Juas,juas,juas...buenisimo, se lo tenia merecido por estirao y discriminador, seguro que la comida resulto mas buena, que si os la hubierais zampado.
Y es que como el arte de la gente del Sur, no hay na.
Mil besos.
abril 14 Marzo, Martes 02:31 (Web)
Comentario:
Jajajajaja, olé por Sandra!! Que bien me hubiera llevado con ella.. :-).
Zarem 13 Marzo, Lunes 23:52 (Correo) (Web)
Comentario:
Lo primero que he pensado ha sido que no podía ser cierto. Pero luego... las andaluzas teneis mucho salero y la verdad es que era para contestarle así al "pedantillo" ;)
Yo por eso no voy al Bulli y restaurantes por el estilo (a parte del dinero, claro)
Besos
Monty 13 Marzo, Lunes 23:24 (Web)
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