Y se llamaba Domingo.
Bueno, realmente no recuerdo si era lunes o no cuando lo conocí, pero siempre me resultó interesante pensar que lo había conocido en cualquier otro dia de la semana, y realmente fue así. Porque lo conocí el primer dia de curso.
7 maravillosos años, acababa de empezar el curso en un modesto colegio público, mixto y laico (los 3 años anteriores me los había tirado viviendo dentro de un convento, literalmente). Mis abuelos convencieron a mis padres que era preferible que viviera con ellos y fuera a un simple, modesto, mixto y laico colegio público. Ya no tendría que aguantar durante una hora una misa en latín intentando no dormirme, quitar y poner las enormes mesas (las pequeñas solo ayudábamos en eso, a las mayores les tocaba también lavar platos). Y sobre todo, no tendría que aguantar los castigos de "Sor Teresa", la monja (me niego a llamarla "madre") que consiguió que odiara el colegio.
Primer dia de clase. Mi abuela me lleva de la mano hasta el enorme colegio. Localiza mi clase y allí me deja.
Un aula llena de niñas y niños y ... "un profe". Yo siempre había tenido a seños y a hermanas o madres.
- Hola Wendeling, como eres la nueva de la clase, preséntate a tus compañeros.
Y allí me tenéis, roja de verguenza, explicando que mis padres estaban en Alemania, con mi hermano pequeño y yo me había quedado interna en un colegio de monjas. Aunque ese año me había ido a vivir con mis abuelos y que era la primera vez que estaba en un colegio con niñas y niños.
- Gracias Wendeling. Escoge banco. Y los demás, sacad todos los colores y una libreta, hoy vamos a hacer un dibujo de lo que hemos echo este verano.
Me detuve a mirar donde podía sentarme... Bufff... todo estaba lleno y solo quedaban un par de sitios, al lado de niños... ¡Vaya! ¿y ahora qué hago?
Me dirigí al mas cercano y cuando dejé mi cartera con las cosas en el pupitre, el niño me miró y me soltó:
- No me gustan las niñas con coletas.
Me sobresalté, recogí mi cartera y me dirígí al otro banco. Allí me encontré con una sonrisa y un buen par de orejas a los lados.
- Vaya nombrecito Wendeling. ¿De donde lo sacó tu mamá?
- Mi otra abuela se llamaba así.
- Yo soy Domingo.
- ¿Cómo el dia?
- Si. Celebro mi santo todas las semanas.
Solté una risita. Era la primera vez que tenía un amigo niño. Y no estaba tan mal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario